
Abrir el espacio a mi sombra,
a la intangible expresión de la rosa
en el desatar de la noche.
Soltar el mar
entre las yemas de la espera,
ya sin nombre
ya sin grietas.
Despertar inmersa en la rima,
junto al esbozo de otro cuerpo.
Callar los sintagmas,
y habitar el aire
como la hierba que prescinde
de hablar del silencio.