
Desarmo el invierno de mi piel
como un átomo de agua,
que se corre del tiempo.
Páginas del silencio,
sin versos que retuerzan
este campo de gaviotas blancas
que me develan descalza
bajo las sábanas
de matices y sombras frágiles.
Y emerjo,
mi respiración es tu aire,
tu bosque de niebla,
tu hechizo indescifrable.