Sosegada,
habito el infinito
como un retazo del aire.
Suspendo los signos
y la vorágine del instante
nos consume en sus entrañas.
Me entierro
en la luz abisal de este océano.
Desahogo la parábola del mundo,
y se abre la llama de mi sangre
a recibir el bálsamo
del enigma revelándose.