Reverbero la lumbre
que nos conjuga
en este vergel de símbolos.
Empíreo es el designio,
el latido sideral que,
como presagio de sol
o refugio de la aurora,
me descubre rendida al viento.
Ignoro el rostro de un destino
que suspenda lo fluctuante de este río.
Soy la alegoría de mi cuerpo
abriéndose a la plenitud del vacío.