Cicatrizan las heridas
sobre el vientre frondoso del mundo.
Y nos abraza el vuelo,
que nos halla infinitos.
Aquel profundo abismo
se torna refugio y reflejo,
despertando lo que yace dentro.
Y renacemos lúcidos e inocentes
como la nueva piel del sol
entre las nebulosas del alba.
Cuando ya no relevan las formas,
florece la voz nítida
que nos revela y reclama,
dulce,
simple,
como la noche espera a la luna.
¡Simplemente perfecto!
ResponderEliminarGraciass! :)
ResponderEliminar